Cultura y Tradicion


San Francisco De Asis

Domina el exterior de esta iglesia una robusta torre única y dos portadas proto-barrocas sobre los desnudos muros de piedra. La entrada principal cuenta con un pórtico techado o nártex, único en la ciudad. A la derecha se abre la antigua capilla de San Pedro Alcántara, hoy convertida en despacho parroquial. Cuenta con una magnífica serie de lienzos sobre la vida milagrosa del mencionado santo franciscano, toda guarnecida por suntuosos marcos barrocos y dorados. El interior es bastante amplio y se divide en tres naves con crucero latino. El cuerpo central es más alto y el presbiterio está cubierto por sólidas bóvedas de crucería. Lamentablemente, los altares que labraron fray Pedro de Oquendo y otros ensambladores barrocos han sido sustituidos por ejemplares neogóticos carentes de interés artístico. Sólo cabe mencionar algunas imágenes antiguas de calidad, como un San Francisco de Asís y el Cristo del marqués de Valleumbroso. El púlpito es una obra notable de talla de principios del siglo XVII. El coro franciscano, probablemente trabajado por Sebastián Martínez en 1631, es uno de los mejores conjuntos de este género en el Perú. Su visita está comprendida dentro del circuito del museo religioso de San Francisco, que incluye los claustros con su vasta riqueza de lienzos e imágenes. Destaca en el interior del convento un monumental lienzo de Juan Espinoza de los Monteros. Mide 12 x 9 metros y retrata la genealogía de la familia franciscana.

Iglesia de San Pedro

Fue construido de piedra labrada a fines del siglo XVII, hasta hoy permanece en uso una campana de 1676, este antiguo templo se desplomó hacia 1767, se reconstruyó desde la portada con 4 arcos y pechinas de piedra, cal canteada, tumbadillos de bayeta blanqueadas, crucero techado, en el presbiterio el retablo del altar mayor tallado en madera cubierto con pan de oro, el frontal de plata con su heráldica, en la capilla derecha del crucero estaba el altar del Patrono de San Pedro y la única torre, las obras continuaron hasta mediados del siglo XIX, la portada lleva fecha de 1809 lo que significaría su reconstrucción, en 1849 se inició el nuevo coro de cal y piedra, el empedrado del cementerio y la Capilla de la Misericordia. En 1899 se colocó nuevo tumbadillo y nuevo techo de paja y se colocaron tejas en la sacristía. En 1902 se entabla el templo y se le blanquea, tenía 6 altares, en 1920 había una habitación cerca de la sacristía para los pongos de la iglesia, alrededor un cementerio y al frente de la Plaza del pueblo con árboles y arcos y gradas de acceso al templo, los arcos fueron derrumbados en 1935 para ampliar una casa perdiendo la escala de su espacio externo, a pesar de esto hoy luce una excelente fachada de 1809 con ordenamiento geométrico aplicado sobre piedra, como uno de los últimos ejemplos de la arquitectura colonial Collavina.

Santa Clara

Al igual que otros monasterios de monjas, éste cuenta con dos puertas de acceso en el muro lateral. Ambas son de estilo renacentista. Una flanqueada por pilastras almohadilladas y la otra por pares de columnas corintias. La única torre es de fecha posterior, y corresponde al pleno barroco cusqueño. Tanto su planta isabelina, de una sola nave, como las bóvedas de arista que la recubren, son claros indicios de la antigüedad de su construcción. Así lo sugiere también el artesonado de la capilla mayor, con florones dorados. Los muros del presbiterio conservan todavía las pinturas murales decorativas ejecutadas en 1646 por el maestro Juan de Alba. Entre follajes y cartelas, pueden distinguirse los escudos nobiliarios de los benefactores de esta comunidad. De acuerdo con el gusto imperante en la ciudad a fines del siglo XVIII, todos los retablos aparecen íntegramente recubiertos por espejos. Es probable que debajo se encuentren las estructuras originales, de estilo barroco, labradas por Pedro de Oquendo y Juan Esteban Alvarez. En la capilla mayor llaman la atención algunas imágenes de buena talla que representan santos franciscanos.

Los lienzos sobre la vida de la Virgen
La principal decoración del templo está constituida por una serie de grandes lienzos ,sobre la vida de la Virgen, colocados en los muros laterales del presbiterio. Las pinturas datan de la era Mollinedo y fueron ejecutadas por un notable maestro anónimo hacia 1697, fecha en que el ensamblador Pedro Fernández de Oquendo labró los impresionantes marcos dorados con columnas salomónicas que, seguramente, formaban un conjunto armónico con los antiguos retablos. Un detalle curioso es la reja coral de las monjas, en el muro de pies, que abarca los coros alto y bajo, cuyas agudas púas metálicas de protección contribuyen a recordar las severas reglas de la clausura monacal y su definitiva separación del mundo exterior.

Santo Domingo Koricancha

Lo más sorprendente de este edificio es la perfecta adaptación al templo incaico primigenio que lograron sus constructores. Y esto se comprueba claramente en la manera cómo surge la bóveda aprovechando la curvatura del muro prehispánico. Sobre él se yergue una arquería española, al parecer usada eventualmente como capilla abierta. En el resto del templo, la solidez de los muros de piedra procura combinarse con la grandeza de este antiguo y sacro lugar. El campanario se construyó entre 1729 y 1731 y es una de las pocas construcciones cusqueñas de importancia que datan del siglo XVIII. Las dos portadas exteriores son clásicas, y es probable que mantengan en parte el diseño primitivo. Su pureza de líneas no deja de contrastar con la robusta torre tallada, que manifiesta la madurez del estilo barroco cusqueño. Sus columnas salomónicas, profusamente labradas, manifiestan un acentuado barroquismo tardío y se relacionan con la portada de Jesús María que quizá pertenezca al mismo autor. En cuanto al período colonial destaca por poseer una portada renacentista y una excelente colección de pinturas cusqueñas.
En el interior del templo,la disposición es de tres naves de tipo basilical. La nave central es bastante más elevada que las laterales. La desnuda cantería de sus muros se ve acentuada por la casi total ausencia de retablos, sustituidos por simples nichos en la mayoría de las capillas laterales. En ellas se puede admirar algunas imágenes de valor escultórico, como el Santo Domingo labrado en 1698 por el maestro indígena Melchor Guamán Maita. En la capilla mayor, también despojada de su altar, se aprecia un conjunto de pinturas en las que se observa a la Virgen del Rosario rodeada de españoles. El púlpito es barroco. Está estructurado por columnas salomónicas y coronado por la imagen de San Vicente Ferrer. Al mismo santo predicador son dedicadas las pinturas que cubren el sotacoro, adaptándose por completo a las curvas de los arcos o a las formas de los pilares. Todos estos lienzos fueron pintados por Marcos Zapata, hacia mediados del siglo XVIII.

San Cristobal

Al norte del Cusco incaico, a los pies de Sacsayhuamán, se encuentra el palacio de Qolqanpata, cuya construcción se atribuye al legendario Manco Capac, fundador del imperio inca y de la dinastía de los Urin Qosqo. En quechua, Qolqanpata o Qolpapata significa lugar donde hay depósitos. Todo este barrio, desde el río Saphy hasta Sapantiana, está tratado con andenerías porque eran tierras del Sol. Delante de estos muros, se realizan fiestas agrícolas, especialmente en tiempos de siembra y de cosecha. El palacio de Qolqanpata, fue levantado por el gran inca Pachacutec y entregado a Chima Panaca, la Panaca de Manco Capac, el fundador del Cusco sagrado. El palacio de Qolqanpata pasó a ser propiedad de Cristóbal Paullo Inca, quien lo recibió por los servicios que prestó a la corona española. Paullo Inca fue uno de los primeros nobles incas en ser bautizado. Recibió el nombre de su padrino de bautizo, el Comisionado “Cristóbal” Vaca de Castro. Por devoción al santo de su nombre, Paullo fundó una ermita en la plaza frontal del palacio de Qolqanpata, que años después, en 1560, fue erigida como parroquia de indios bajo la advocación de San Cristóbal. Se dice que los restos de Paullo Inca yacen debajo del presbiterio de la iglesia. La parroquia de San Cristóbal contaba con una iglesia, una plaza en su parte frontal, calles y terrenos que guardaban la traza urbanística Inca. Colindaba por un lado con la parroquia de San Blas y por el otro con la de Santa Ana. Su jurisdicción abarcaba, hacia su parte posterior, hasta el pueblo de Chinchero, siendo su primer alcalde Don Alonso Tito Atauchi en 1559. En 1650, un fuerte terremoto destruyó buena parte de las iglesias y casas del Cusco. El templo del barrio de San Cristóbal no fue la excepción. La iglesia que actualmente vemos fue edificada en las décadas posteriores al terremoto. Es un templo de adobe, obra del arquitecto indio Marcos Uscamayta, La única torre del templo, en cambio, es de piedra y fue mandada a construir por el obispo Manuel de Mollinedo y Ángulo, el gran mecenas del Cusco colonial, El frontal de plata del altar mayor también fue donado por el obispo Mollinedo y muestra su escudo en la parte central. Destaca en la plazoleta un bello muro de piedra caliza, que tiene varios nichos trapezoidales con vista al Cusco.

Iglesia de Belen

La Iglesia de Belén, es una construcción Colonial que se encuentra localizada en la ciudad, provincia y departamento del Cusco. Esta Iglesia se encuentra en lo que se denomina los extramuros de la ciudad, y es una construcción importante, por haber sido el primer convento de mujeres mestizas que se creó durante la Colonia. La Iglesia, o Parroquia de Belén, es una construcción que según se sabe, fue erigida en el año 1550, por lo que es considerada el convento de mayor antigüedad dentro de la ciudad. Pese a su antigua data, el templo que se construyó en el siglo XVI, sucumbió ante el terremoto que se desató en la zona en 1650 y la reconstrucción que se hizo de aquel, recién se vio completada en el año 1715, teniendo como arquitecto a cargo de la obra al señor Juan Tomas Tuyru Túpac. Se cuenta, que inicialmente el templo no fue conocido con este nombre, sino que fue llamado Templo de los Reyes Magos. La historia dice, que hacia la mitad del siglo XVI, unos pescadores hallaron en el mar chalaco, una caja de grandes proporciones, que andaba flotando. Interesados por el hallazgo, lo trajeron consigo hacia la orilla, grande fue la sorpresa de estos hombres, cuando al abrir la caja, hallaron dentro a la efigie de la Virgen María con el niño en brazos. Acompañaba a esta imagen mariana, una nota, en la cual se decía que era la Virgen de Belén y que estaba destinada a la ciudad del Cusco. Cuando las autoridades religiosas de Lima se enteraron del suceso, se apresuraron a trasladar a la sagrada imagen hasta el Cusco, y como aquella no tenía un templo preciso para ser colocada, se decidió finalmente, que esta se guareciera en el entonces Templo de los Reyes Magos que, en adelante, fue conocido como la Iglesia de Belén. La Iglesia de Belén que ha llegado hasta nosotros, es una obra que se caracteriza por encontrarse hecha en piedra. La iglesia presenta una planta en forma de cruz latina y cuenta con una sola nave. En relación a la fachada de esta bella iglesia colonial, aquella presenta una marcado estilo barroco mestizo en el diseño, y se encuentra divida en tres cuerpos. La portada de esta iglesia, se ve flanqueada por dos torres de considerable altura, pero de escasa decoración. Estas torres albergan en su interior campanarios que rematan en arcos pareados sobre los que se erigen cupulines y cúpulas, arriba de los cuales se observan capiteles.

Iglesia de San Blas

Las imágenes
Entre las imágenes religiosas más notables cabe mencionar a los dos arcángeles de ampuloso movimiento, en maguey y tela encolada. Son obras típicas de la imaginería cusqueña del siglo XVIII y nos recuerdan la ancestral habilidad de los artesanos de San Blas. Hay columnas barrocas e imágenes esculpidas de los cuatro evangelistas: San Mateo, San Juan, San Marcos y San Lucas. En la parte central está la escultura de la "Inmaculada Concepción". En el tórax del púlpito está la efigie del Santo Patrocinador de la parroquia: San Blas; con ropa obispal. Sobre esta imagen se encuentra el escudo de armas del obispo Mollinedo y Angulo. También están las esculturas de los doctores de la iglesia, San Bonaventure, Santo Tomás de Aquino, San Agustín, San Gregorio, San Jerónimo, San Bernardo y San Francisco. Finalmente, coronando el púlpito y apoyado por cinco arcángeles, está la escultura de San Paul de Tarsus (un autor cusqueño afirma que es Santo Tomás, y algunos otros que es Jesús) con un crucifijo en su mano; antes de los pies de San Paul hay un cráneo que se supone que pertenece al autor del púlpito.
El magnífico púlpito barroco
Pero es el púlpito, de insuperable talla barroca, la obra que cautiva la atención del visitante. Terminado hacia 1692, representa la realización más alta de un género que ocupó a los mejores talaldores de la región. Su composición incluye una serie de alegorías sacras triunfalistas, claramente inspiradas por la ideología de la Contrarreforma. Siempre ha despertado polémica la autoría de esta pieza, atribuida sin mayores fundamentos a Juan Tomás Tuyro Túpac, Diego Martínez de Oviedo y fray Luis Montes. La tradición oral también tiene una versión, recogida por Ángel Carreño en sus "Tradiciones Cusqueñas". Según esta tradición el autor del púlpito es Esteban Orcasitas, pero en el libro aparece como Juan Tomás Tuyro Tupaq, que era quechua y cusqueño, mas en esta versión tradicional él es un leproso de Huamanga (Ayacucho). La historia dice que él tuvo un sueño en el que la "Virgen Santa del Acontecimiento Bueno" le dijo que si quería sanarse de la lepra tenía que buscarla en la plaza pequeña de Arrayanpata en la Ciudad del Cuzco.

Iglesia y Convento de Santa Catalina

Arte en Santa Catalina
A lo largo de sus muros laterales corre una magnífica serie de lienzos sobre la vida de Santa Catalina de Siena, obra del pintor mestizo Juan Espinosa de los Monteros, y producidas en el año 1669. Cada una de las escenas se ve rodeada por orlas de flores, modalidad que sería después continuada por otros talleres cusqueños. De esa misma época data el gran lienzo firmado por Lorenzo Sánchez de Medina que representa a la Virgen del Rosario con santos dominicos, y que incluye a Santa Rosa de Lima, recién canonizada por entonces. La iglesia también tiene un altar de cedro dorado con estilos mezclados, y en la parte alta central está la estatua del "Sagrado Corazón de Jesús ", Santa Catalina y Santo Domingo de Guzmán.
Retablos
También hay un púlpito tallado en cedro y otros cuatro retablos dorados. La mayoría de los retablos que se encuentran en la iglesia y el monasterio fueron tallados por los diversos artesanos locales hacia la mitad del siglo XVII. Son dorados y pertenecen al mejor barroco cusqueño. Sus columnas corintias presentan la característica decoración de escamas o puntas de diamante en todo el fuste. Del conjunto de capillas laterales sobresalen por su calidad los altares de la Sagrada Familia y de la Virgen de los Remedios, advocación titular del templo. El magnífico altar mayor ensamblado por Pedro Galeano en 1660 es una obra de transición, pues incorpora las columnas salomónicas en su segundo cuerpo. A Galeano también podría atribuirse el notable diseño del púlpito, que armoniza con el estilo predominante en los retablos.
La reja coral
Uno de los elementos más característicos del conjunto es la monumental reja coral que cubre toda la altura de la iglesia, comprendiendo los coros altos y bajos de las monjas. Tanto los balaustres torneados como las tribunas altas y la coronación, decorada con un lienzo de la Virgen con San Joaquín y Santa Ana, constituyen una auténtica obra maestra en el arte de la ensambladura.
Un museo de arte
El interior del monasterio es amplio y muestra la diversidad de espacios, sucesivamente agregados, que conformaban la peculiar configuración, un tanto desordenada, de los monasterios peruanos. Una parte importante de la antigua clausura ha sido abierta al público y convertida en museo. Su sala De Profundis exhibe murales recientemente restaurados y sus ambientes muestran parte de la vasta pinacoteca monacal, en la que destacan las representaciones diversas del Señor de los Temblores, devoción favorita de las monjas a raíz del trágico terremoto de 1650. En la actualidad este es posiblemente el museo de arte colonial más completo en la ciudad. En el primer cuarto hay diferentes lienzos que representan al "Señor de los Terremotos", y algunas otras pinturas de procedencia anónima. También hay una colección que representa la vida y milagros de Santa Rosa de Lima, diversas representaciones de la vida de Santo Domingo Guzmán, pintadas por Juan Espinoza, y una colección de nueve casullas ricamente bordadas con hilos de metal precioso.


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